Cuarta etapa (Buñol-Siete Aguas)

[Valencià]

Hoy, la lluvia ha querido acompañarnos. Con ella, hemos comenzado la etapa, a veces más intensa, a momentos imperceptible, pero presente. Presente, como la esperanza que hace que el dolor de los músculos sea más llevadero. Presente, como la angustia que este sistema ejerce entre les clases más débiles.

El pueblo de Buñol nos dio de todo: comida, buen sitio donde dormir y, sobre todo, mucho apoyo y cariño. Que bueno escuchar en la asamblea que se hizo en la plaza del Pueblo en Buñol, por boca de uno de sus habitantes: "es necesario comenzar un proceso constituyente que cambie este sistema de competición, absurdo y cruel, por uno de cooperación entre todas las personas".

Duro el puerto de Buñol. Pero, poco a poco, hemos llegado a Siete Aguas. Una vez más, el cariño del recibimiento es como un bálsamo mágico que carga las baterías. Qué grandes los pueblos que nos atienden como a sus propios hijos e hijas.

Siete Aguas nos ha abierto sus puertas, el alcalde y su pueblo nos han dado la bienvenida. La sede del Ateneo Popular nos pone la comida y la cena; el pueblo, el dormir.

Es un HONOR coger los deseos, las reivindicaciones, los sueños y las esperanzas de estos pueblos, de sus ciudadano y ciudadanas, en nuestras mochilas. Gracias, muchas gracias.

Hay algo que ayer pasó y no conté. Pero tan importante me parece que no quiero que me vuelva a olvidar.

Al pasar por una gasolinera cerca ya de Buñol, la persona que la atendía, en este caso una señora, salió al camino para desearnos fuerza y ánimo, para decirnos que era necesario y urgente hacer algo, que nos apoyaba y que, aunque no podía marchar, su corazón nos acompañaba.

Le di las gracias y la pregunté: "Señora, le puedo dar dos besos?". "Claro", respondió. Los cuatro que íbamos en el grupo le soltamos dos besos cada uno. Nos despedimos y, casi sin rozar el asfalto, seguimos caminando.











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